"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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03-05-2010 |
Manuel Ignacio Férnandez Vergara
Discurso pronunciado por el General Manuel Ignacio Fernández Vergara en el Círculo Militar uruguayo
Ciudadanos, camaradas, señoras y señores, amigos todos: Nos hemos convocado junto al Círculo Militar para recordar en esta fecha a las víctimas de la acción guerrillera que sembró de sangre, de encono y de división a la sociedad uruguaya.
Esta es una ceremonia que cumplimos todos los años, con prescindencia de las determinaciones gubernamentales que cada vez más, decretan una menor cercanía a los valores que representa el 14 de abril en nuestra historia reciente, algunas veces como un acto de apaciguamiento en aras de una paz que nunca llegó y en otras en forma totalmente infame.
Lo hacemos no para mantener vivo aquello que ayer nos enfrentó, sino para mantener en alto la gratitud a quienes ofrendaron su vida en defensa de los principios y derechos que desde siempre caracterizan a nuestra Nación.
Lo hacemos, no para avivar la división, sino para que no se apague el respeto y no se olvide el debido reconocimiento a quienes dieron todo a la Patria y merecen que por lo menos, los que estamos acá, no echemos al olvido su entrega y su sacrificio.
Lo hacemos, también, para ratificar, especialmente hoy, dadas la singulares circunstancias que vive el país, que las Fuerzas Armadas siguen siendo fieles al mandato que le establecen la Constitución y las Leyes. Mandato que cada unos de los integrantes de las FF.AA., sean activos o retirados, estén libres o injustamente encerrados, se expresa como el acto constante y vigoroso de servir a la Patria con honor y sin ningún tipo de reservas o reclamos, con obediencia absoluta a los valores que definen la tradición y el pensamiento artiguista.
Este sentimiento, lejos de ser privativo de quién les habla, también embarga a las distintas Instituciones Sociales de Personal Superior y Subalterno de las tres Fuerzas que desde siempre nos acompañan y hoy adhieren a esta conmemoración. Me estoy refiriendo al Club de la FAU, al Club Naval, a C.O.R.FF.AA., CEPAFA, CAOFA y UNIRFF.AA., a las que les agradecemos su apoyo. A la Confederación Nacional de Retirados y Pensionistas Militares del Personal Subalterno de las FF.AA., al Centro de Sub Oficiales del Ejército, al Círculo de Suboficiales, al Centro Mutual de Retirados y Pensionistas del P.S., al Centro de Suboficiales de Toledo, CACPSOE, nuestra gratitud por la adhesión a este acto y por vuestra lealtad a la Institución Militar nunca desmentida.
Asimismo, con inmensa satisfacción anunciamos, que hoy, a través de nuestros "cónsules", asociados y amigos en el interior y en el exterior del País, en actos conjuntos que hemos denominado "actos espejos", estamos llegando con nuestro mensaje a cada Pueblo, a cada Villa, a cada Ciudad donde habita un militar retirado o un asociado, razón por la cual entre 60.000 y 80.000 compatriotas, que conocen como nadie la verdadera historia reciente, estarán rindiendo con el respeto y recogimiento de siempre, su homenaje a las victimas de la guerra revolucionaria desatada en la década de los sesenta del siglo pasado. Por sobre todas las cosas, en esta fecha queremos tener un recuerdo especial para las víctimas actuales de la guerra revolucionaria en la cual seguimos inmersos, que están desterrados en Chile, en Argentina, en Italia y a los "prisioneros de guerra política" que están en Domingo Arena, o en Cárcel Central o en sus domicilios, a todos ellos nuestros respetos y sepan que no los hemos olvidado; sepan que no descansaremos hasta ver que logren plenamente su libertad y sus derechos; y sepan además, que la suerte de ustedes es también la nuestra.
Este día nos obliga a pensar en lo que exactamente evoca; y es necesario y es justo hacerlo precisamente aquí, al calor de un encuentro que pretendemos quede fijado como punto de partida, de salto hacia adelante. La perspectiva que nos da el paso de los años y la evolución de las realidades y de las conductas nos permite abarcar lo pasado con la necesaria serenidad.
Miramos hacia atrás y comprendemos hasta dónde fue imprescindible que cumpliéramos con nuestro deber, que lleváramos a cabo una acción cabal y concluyente para desarmar a quienes se habían levantando contra las instituciones, subvirtiendo el orden y atentando contra la pacífica convivencia de los uruguayos.
Esa perspectivas nos indica, además, que gran parte de lo que vivimos, sino todo, se enmarcó en ese complejo y vasto proceso que fue la Guerra Fría, uno de los tantos efectos de la Segunda Guerra Mundial que no dejó rincón del planeta indemne de su influencia. Aquí en la periferia del mundo, también se sintieron sus consecuencias y sus impactos, y mucho de lo que nos ocurrió solamente lo podemos entender en ese contexto.
Hubo quienes enfrentados al bando democrático y occidental, prefirieron alinearse con las intenciones estratégicas del marxismo que comandaba entonces la Unión Soviética. Lo hicieron con el apoyo logístico, ideológico y económico de algunos servidores regionales de la URSS, como Cuba, y adoptaron las premisas y las tácticas de asalto violento al poder que provenían de ese país. Creían que el Uruguay era tierra fértil para repetir la experiencia de Cuba, y pensaron que, al costo que fuera, valía la pena recorrer ese camino.
En la Conferencia de la OLAS (Organización Latino Americana de Solidaridad), de Agosto 1967, se estableció claramente que el camino de la lucha armada era el aconsejable para alcanzar el poder en los países de América Latina, con vista a imponer un régimen de ideología marxista; pero ese camino no sería el único sino que se sumaría a otras estrategias, en el frente político, en el económico y sobre todo en el psicosocial, en suma: la guerra revolucionaria en todo su esplendor.
Las fuerzas marxistas de nuestro país, tanto las que actuaban en la legalidad como las que realizaban actividades clandestinas, estuvieron en esa conferencia organizada y financiada por el gobierno cubano y vinieron juramentadas a poner en práctica las fórmulas allí aprobadas. El resultado lo conocemos bien: guerrilla, agitación sindical y estudiantil, violencia callejera, atentados, paralizaciones y huelgas revolucionarias, propaganda agresiva y disgregadora del orden, infiltración en los Partidos Políticos Tradicionales, en la Justicia, en las FF.AA.; en fin un estado de subversión generalizado, como preámbulo a una Guerra Civil.
Ante semejante cuadro el Estado Uruguayo Democrático y Republicano se vio arrinconado primero y luego desbordado; lo que hizo que arrecieran aun más los factores de la subversión y se agravara hasta extremos sin retorno la situación del orden y la paz interna. Fue por eso que el Poder Legislativo decidió confiar a las Fuerzas Armadas literalmente la defensa de la Nación, ponerle fin a ese estado de anarquía, de desesperación y de violencia que asaltaba por igual a todos los uruguayos y que constituía un fuerte freno al trabajo, a la tranquilidad y a la confianza. La situación era realmente dramática.
Pero las Fuerzas Armadas, preparadas profesionalmente para responder, y preparadas moralmente para mantener con firmeza los valiosos bienes encomendados a su tutela -- nada menos que la Seguridad y la Defensa Nacional, el respeto a las leyes y a las instituciones, la protección de los derechos de los ciudadanos, la defensa de la identidad nacional y de las queridas tradiciones de la Patria- asumieron el protagonismo de la lucha y enfrentaron con las armas y con la inteligencia, a quienes se habían armado contra la legalidad democrática y el orden. La historia de este período debe algunos tributos, que nosotros no dejaremos de realizar justamente hoy aquí.
En primer lugar queremos rendirles homenaje a los Generales de la década de los setenta por haber conducido las operaciones contra-guerrilleras con eficiencia y haber impuesto la disciplina imprescindible para salir con bien de una guerra distinta. Ellos, sabedores de que la faz militar de la guerra solo puede ganarse de dos formas: aniquilando al enemigo o imponiéndole nuestra voluntad; nos exigieron la profesionalidad necesaria para imponerle al enemigo nuestra voluntad y vencerlo, disuadiéndolo de su utopía de llegar al Poder por medio de la lucha armada. Aquellos viejos Generales mantuvieron, en nuestro concepto, un rasgo característico que adornó a los Orientales primero y que lo heredaron los uruguayos después, me refiero a la tolerancia, la misma que observó el General Artigas en la Batalla de las Piedras cuando ordenó: "Clemencia para los vencidos". Supieron inculcarnos la ponderación necesaria para usar el Poder Letal que la Nación ponía en nuestras manos.
Les recuerdo compatriotas que para las FF.AA. constituye un deber ineludible, cumplir tareas que implican la administración institucional de la fuerza en la medida justa y apropiada a la situación. También queremos hacer una mención muy especial para la Justicia Militar, por facilitar los medios legales para evitar juicios sumarios y fusilamientos en el campo de batalla, propios de cualquier guerra desde los tiempos de Gengis Khan hasta el presente, y a los que la subversión recurrió frecuentemente. Mérito sin duda de codificadores y legisladores que conocían de cerca los horrores de la guerra, y que en 1943 redactaron y aprobaron el Código Penal Militar. Nuestro recuerdo muy especial para los Doctores José Irureta Goyena y Eugenio Lagarmilla. En el Uruguay a diferencia de otros países, no se aniquiló al enemigo, se lo derrotó, se lo neutralizó y se lo sometió a la Justicia Militar. Asimismo, a diferencia de otros lugares o países, la guerra tuvo como características: 1) ï€ El involucramiento de todos los integrantes de las FF.AA. 2) ï€ La existencia de un Comando Centralizado Responsable. 3) ï€ La no participación de "paramilitares", ni civiles en las operaciones. 4) ï€ El rechazo y castigo de toda actitud reñida con la moral y muy especialmente con la falta de honradez. Las FF.AA. poseedoras naturales y legales del Poder Letal de que dispone la República, no perdieron nunca de vista que era una guerra civil, una guerra entre hermanos, aunque guerra al fin. A nosotros no nos contagiaron el "odio revolucionario" guevariano. De algún modo podemos decir, y lo decimos con pesar, que aún hoy seguimos inmersos en la lógica de esa guerra, porque es un hecho indesmentible que nunca se firmó ningún documento entre las partes combatientes, ni capitulación, ni armisticio, ni pacto, ni cese de hostilidades, ya que las FF.AA. confiaron la conducción de la Paz a los "Políticos Profesionales", en la seguridad de que habían luchado y ganado una guerra en defensa de la Patria y del sistema republicano democrático de gobierno.
Esta guerra revolucionaria, que en los últimos cinco años ha incrementado su accionar contra las FF.AA. y contra las bases esenciales del Uruguay, se libra en la actualidad con mayor énfasis en un frente de reciente creación. Nos referimos al frente "Judicial y Jurídico", que se ha ensañado con los remanentes del viejo Ejército Nacional, mediante "artilugios de la guerra psicopolítica" magistralmente conducidos. Artilugios que pretenden dar un viso de legalidad a las inmoralidades más grandes que jamás se hayan visto en nuestro país, donde el derecho penal tradicional, al decir del Doctor Langón, "va dejando insensiblemente paso a una nueva concepción del mismo, como derecho contra enemigos a los que se busca derrotar, exterminar, destruir totalmente", agregando: "Pero es en el campo de los derechos humanos, donde esta tendencia, que puede ser legítima en su correcta orientación, tiende a aparecer más como el ejercicio de un modo de venganza que como una serena administración de justicia garantizadora de la paz social".
Compatriotas, recuerden siempre: Sin Justicia, no hay Paz ni Libertad. Esos oscuros manejos han sido dosificados de tal manera que a la ciudadanía antimarxista le cuesta reconocerlos, aunque debemos admitir que está condicionada y anestesiada por el aluvión de propaganda disolvente desde hace más de 50 años.
Por eso una vez más afirmamos: "La historia de nuestra Patria, que constituye un legado a preservar y que es por tanto un factor de unidad nacional, ha sido violentada o subvertida a través de un enfoque materialista dialéctico para obtener un revisionismo histórico, producto radicalmente opuesto a la verdad de lo sucedido en los últimos cuarenta años". Ante esta iniquidad, los viejos Soldados continuamos reaccionando y proclamando nuestra verdad. Por eso creemos imprescindible señalar fechas, porque la omisión de ellas y las falacias de muchas aseveraciones, ha permitido que autores y actores políticos mal intencionados hayan llevado confusión a la mente de muchos uruguayos, especialmente en las generaciones posteriores a la década de los ochenta.
La historia reciente debe decir: - Que desde el 10 de Agosto de 1967 la R.O.U y el sistema republicano democrático que la gobernaba, fue atacada constantemente por el comunismo internacional y sus compañeros de ruta. Cabe consignar que el gobierno de la República y todo el sistema político de aquella época ignoraron esa "declaración de guerra". -Que al agravarse la situación política y social, el Presidente Pacheco Areco con apoyo del Parlamento, el 9 de Setiembre de 1971, encomienda la conducción de la lucha antisubversiva a los Comandos de las Tres Fuerzas, quienes además debían "asegurar el normal desarrollo de las elecciones nacionales de Noviembre de ese año", orden que se cumplió. La Policía que sin apoyo alguno había enfrentado a los movimientos sediciosos, había sido sobrepasada. -Que el atentado terrorista del 14 de Abril de 1972 fue un acto de guerra cometido por la guerrilla marxista acorde a los lineamientos de la guerra revolucionaria declarada por el comunismo internacional a todos los gobierno de América. Hace hoy 38 años, en el marco del Plan Hipólito, para la toma del Poder en el Uruguay, en una acción táctica minuciosamente preparada por la "Dirección del MLN Tupamaros" caen victimas de atentados terroristas: el C/C Ernesto Moto, el Crio. Oscar Delega, el Agente Carlos Leites y el Profesor Armando Acosta y Lara. Se extiende de esta manera por parte de dicha organización sediciosa marxista, el hostigamiento y las represalias a las FF.AA. y a gobernantes, líneas tácticas estas que las Fuerzas Policiales venían sufriendo desde el año 1962. Esta operación terrorista responde al intento de amedrentamiento hacia las FF.AA. que como ya se indicó, desde el 9 de Setiembre de 1971 se habían integrado de pleno a la lucha contra la subversión.
- Que el 15 de Abril de 1972 el Poder Ejecutivo, ahora presidido por el Sr. Juan María Bordaberry, también con apoyo parlamentario, decreta "Estado de guerra interno". Con este acto, muy tímidamente responde a los ataques que cinco años antes, el "Mundo Comunista y sus Aliados", le habían planteado siguiendo directivas de la URSS y de Cuba. De esta forma el Poder Político y los Mandos Militares de la época, toman conciencia finalmente de la presencia de una expresión militar revolucionaria, y que no eran meramente delitos comunes los que mantenían en vilo a la ciudadanía, como se sostenía hasta el momento. Es de orden decir que en 1962 y 1963 cuando aparecen en nuestro país las primeras manifestaciones sediciosas y subversivas, las alertas tempranas no fueron escuchadas por los gobernantes de turno y políticos en general.
- Que el 15 de Noviembre de 1972 el P.E. decreta el cese del "Estado de Guerra Interno", en forma unilateral, no se firma una capitulación, ni armisticio, ni pacto, ni acuerdo de paz, simplemente se constata que luego de siete meses de lucha contra-guerrillera, donde se realizaron 7012 operativos, se capturaron y fueron procesados 2873 sediciosos, se liquida el MLN-T en Uruguay y nada más; siguieron operando en y desde el extranjero, células muy virulentas.
Continuaban en el País pequeños grupos sediciosos también muy virulentos y el Partido Comunista con su "aparato armado" en expansión, que recién es neutralizado en 1976. Concluyendo esta reseña histórica podemos afirmar que la Seguridad de la Nación había sido vulnerada, la Paz se había perdido, obedeciendo consignas de Moscú y La Habana comenzábamos una era de enfrentamientos entre compatriotas que aún hoy subsiste. Esos enfrentamientos responden a un nuevo tipo de guerra, la gran desconocida de aquellos tiempos, la guerra revolucionaria, que toma forma de guerra civil, y que a partir de esa época fue y continúa siendo el período de la historia del Uruguay que la sociedad estuvo y está más dividida. Nos hemos atrincherado detrás no ya de posiciones enfrentadas, sino de enfoques filosóficos antagónicos, donde impera la pasión.
Volviendo a la actualidad, creemos que es hoy y ahora, debido a las circunstancias especiales por la que atraviesa el País, al tener un Presidente y un elenco de gobierno proveniente de la guerrilla que asoló nuestra Patria en los años sesenta y setenta del Siglo XX y que no llegó al Poder por la lucha armada, es hoy y ahora la oportunidad de comenzar a cerrar esa brecha.
Este acontecimiento convierte al Uruguay en un caso único en la historia del mundo; nada menos que un ex Jefe Guerrillero que abandonó la lucha armada, es ahora el Presidente de la R.O.U., y su Estado Mayor compone el elenco ministerial de un gobierno republicano, democrático, representativo, electo en elecciones libérrimas, con pluralidad de partidos políticos, y en sus manos está recomponer la "Unidad Nacional" seriamente deteriorada.
Por nuestra parte hoy podemos pronunciar ante el mundo un rotundo mentís al cúmulo de infamias y de mentiras con que la psicopolítica marxista ha lavado el cerebro de generaciones de compatriotas y ha manchado la reputación, el honor y la dignidad de nuestras FF.AA. y de sus integrantes que hace ya 25 años, lograron por primera vez en la historia de la humanidad, vencer a una guerrilla comunista.
Es por eso también, que creemos llegada la hora de que dejemos de lado todas esas desconfianzas que tanto daño nos han hecho. Ha llegado la hora de mirarnos a la cara y decirnos claramente las cosas; las que nos gustan y también las que no nos gustan. Porque ya somos grandes y no nos agrada perdernos en palabras edulcoradas y promesas de ocasión. La historia no la construyen las palabras sino las conductas; las palabras nos han traído hasta aquí sin cambiar esencialmente nada, dejando lo sustancial siempre para atrás. Esta es una hora de acción, de acción valiente o de renuncios vergonzantes. No vemos que haya un término medio entre la voluntad de hacer definitivamente las cosas bien, como deben ser hechas, o de dejarlas así, tirándolas para adelante, legándole el problema a otros.
Es ahora, es hoy, y no mañana cuando debemos afrontar el mutuo compromiso de dar definitivamente vuelta la página de una historia que no hubiéramos querido vivir, que ninguno de los que estamos acá hubiéramos elegido de estar en nuestras manos, pero que asumimos con orgullo, con agradecimiento, con honor, como cabe a todo soldado y a todo patriota. Dando la cara y con pesar, denunciamos que en plena democracia se están cometiendo muchas injusticias, algunas, solo justificables por el afán revanchista de algunos fanáticos que no han comprendido que la Guerra Fría terminó hace veinte años: otras, producto de los que están al servicio de "sujetos estratégicos", que no son mas que los imperialistas de siempre; y otras finalmente, por oportunistas que han obtenido pingüe ganancias a costas del Estado o sea con cargo al Contribuyente uruguayo.
Orientales Uruguayos: La paz puede ser un sonido vacío que nada contiene, que nada dice, que nada suscita en la realidad. Pero también puede ser un acto de hidalguía, de comprensión y de compromiso para con los superiores intereses de la Nación. Todo depende de lo que se busque. Si el objetivo es dilatar los conflictos y reavivarlos de tanto en tanto para entretener frustraciones, o si por el contrario, lo que se pretende es el bien común, la felicidad pública, la congregación de todos nosotros bajo las banderas de la Nación y de la tradición artiguista. Si es para lo primero, si es sólo para cubrir expectativas de circunstancias y lavar imágenes y construir esquemas cosméticos, sépase que no estamos, como no estuvimos antes y como no estaremos nunca. Por más que nos busquen para eso, no van a encontramos.
Ahora, si el llamado es a la concordia verdadera y a la suma de esfuerzos por encima de las divisiones y más allá de los dolores que el pasado ha dejado en cada uno de nosotros, entonces decimos: aquí estamos, como Soldados que fuimos, somos y seremos, cargando una pesada mochila sí, pero pesada porque está llena de las glorias del pasado y de los sacrificios del presente. Y es esa pesada carga, que nos asegura la continuidad con las generaciones que nos precedieron y con las que nos sucederán, la que nos permite continuar al servicio de los más altos designios de la Patria, prontos para colaborar en la clausura definitiva de un capítulo de nuestra historia que jamás debió ser abierto.
Pero que nadie se confunda, y por eso hablo con mucha claridad y sin jugar con la retórica: 1) ï€ voluntad de paz y disposición de diálogo no es igual a debilidad; 2) voluntad de paz y disposición de diálogo no es igual a rebaja de los propios principios y de los justos reclamos; 3) voluntad de paz no es igual a dejar que nuestros queridos camaradas sigan en el destierro o encerrados arbitrariamente.
El que crea que una cosa es parecida a la otra está equivocado; muy equivocado. Voluntad de paz y disposición de diálogo significa pura y simplemente que no queremos transmitirles nuestras divisiones a los hijos de nuestros hijos. Quiere decir que se le debe poner fin al hostigamiento y a las provocaciones a las Fuerzas Armadas y aceptar, al precio que sea, que en este país, mientras existan patriotas, no habrá espacio para ninguna utopía revolucionaria que vaya contra la democracia y la libertad, contra los valores tradicionales de la Nación, contra las instituciones del Estado, contra el mandato que nos legara el fundador de la Patria y también fundador de las "Armas Orientales", el General José Gervasio Artigas.
La alternativa es, pues, bien transparente: cese de hostilidades en el sentido más amplio del término, técnicamente quiere decir cese de hostilidades en la guerra revolucionaria o seguir atrapados en la dialéctica infecunda de siempre como sucede desde hace por lo menos cincuenta años. No es lo mismo una cosa que otra, y no hay palabra, por más bien dicha que esté, por más oportuna que sea, que pueda disimular la realidad.
Si lo que se quiere es avanzar, salir del pantano que nos tira hacia atrás, si se reconoce que la vida real no ocurre en el pasado sino que es una forma de donación que las generaciones actuales le hacen a las que vendrán, el camino correcto es el que estamos planteando, y que estamos dispuestos a recorrer.
De modo que hoy, cuando todas las instituciones sociales de los militares recordamos una jornada de extrema violencia, de odio desatado, de muerte y de dolor, planteamos abiertamente el reto de que en el futuro, esta fecha se recuerde como la que nos plantó frente al decisivo cruce de caminos que jalone definitivamente el reencuentro de los orientales.
El tema no está en nuestras exclusivas manos. Importa saber qué pasa del otro lado, qué están dispuestos a hacer los antiguos combatientes de la guerrilla, hoy gobernantes legítimos del Uruguay. Saber qué quieren ellos para el bien de la República, qué buscan, qué hay detrás de todas las palabras, de todos los mensajes, de todos los gestos manifestados en este mes y medio de gobierno.
Ha llegado el momento de la verdad y es bueno saber que 180 años de historia como país independiente, están, para bien o para mal, atentos a nuestra actitud para emitir su juicio implacable. Las futuras generaciones, las que aún no han llegado, están expectantes de nuestra actitud para juzgarnos.
Por más que se escriban y se re-escriban los textos con los colores que sean, todos los ciudadanos ya saben que no es posible dilatar por más tiempo estas definiciones sin producir más daño del que se ha producido y todavía se produce.
La paz, como la guerra en ciertos momentos, es un deber moral; y ante ella nadie, pero menos los que tienen autoridad y responsabilidad, pueden mirar para el costado. No quiero terminar estas palabras, queridos camaradas y amigos, sin decirles que abrigo la convicción más intima y certera de que en todo momento estaremos como hasta hoy: unidos en la vocación de servicio, celosos en el cumplimiento del deber, irreductibles en nuestros principios, abnegados en nuestro juramento, sin límites ni condiciones en nuestra mejor entrega a la Patria.
Esa unidad, ese calor, esa irreductibilidad y esa franqueza, han sido, son, y serán por siempre nuestra fuerza eficaz y contundente, nuestra carta de triunfo en cualquier circunstancia. Por eso les dejo mi saludo, mi agradecimiento y este mensaje: ¡CAMARADAS!:En la adversidad coraje. En la victoria magnanimidad. Y guiando nuestros pasos, en todo momento, los viejos valores militares rectores de siempre: Valor, Disciplina, Lealtad, Honor y Patria ...siempre Patria!! Muchas gracias.
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